Taller lectura y escritura creativa. CCJC.

jueves, 16 de noviembre de 2023

¿Por qué a mí? (II)



Madre murió de una larga y grave enfermedad.
Pude ver su piel transparentando un esqueleto dolorido.
Me volvía loco verla sufrir, cómo iba desapareciendo
su orondez entrañable entre gemidos y noches que acercaban su final.

Me entregué en cuerpo y alma a su cuidado,
lavaba con esmero cada centímetro de su piel
deteniéndome en los pliegues con delicadeza.

Disfruté, debo confesarlo, su Señoría,
de la intimidad que me procuraba tener su cuerpo a mi merced.
Pero juro, que mis manos no traspasaron los límites del oprobio
ni siquiera su santo cáliz sin gota de sangre,
antaño visitado por una caterva de parientes de Ardemúz
el pueblo recóndito de mi querida madre.

Necesitaba desquitarme de tanta calentura acumulada.
La noche sin ella me parecía un infierno.
Quiero que comprenda, señor Juez, que el amor llega
como oxígeno a mis pulmones y exhalo odio emponzoñado.

Al día siguiente de su fallecimiento busqué una víctima
que aliviara mi dolor, que pagara la ausencia de mi madre.

No crea que me fue fácil encontrarla.
Estaba adormecida con un rosario en la mano, arrodillada
ante un altar y siseando un latín de beata sumisa, de árida mujer.
Esta vez quería que mi última obra fuera aplaudida.
Elegí hacerlo ante un público que fuera testigo del crimen.
Lo que, obviamente, llevaría a dar garrote a mi sensible persona.
La anciana se resistió, tuve que levantarla al vuelo
y llevarla al Gran Teatro
donde se iba a estrenar "El Fantasma de la Ópera".

Utilicé la puerta de atrás, no hay porteros con librea, solo basura y ratas.
Pude llegar al escenario, el público brillaba
con tanta perla y piedra preciosa ocultando
marcas de viruela y escotes ajados.
Fue mi último acto y el primero de mi cercana ejecución.
Desvelé, ante el pavor de los espectadores,
que no imaginaban un debut tan espeluznante
la demostración de mi espíritu cruel, fruto de un amor imposible.

El resto ya lo sabe, no espero su clemencia.
Señoría, quisiera un final acorde a mis crímenes,
que el verdugo disfrute de mi garganta
Sentir sus rudas manos sobre ella unos segundos antes de mi muerte.

El frío metal es de cobardes sin alma.
Nunca mataría yo de esa forma tan vil.



Texto: Lola Llabrés Collage analógico : Rosa Prat.

 "El Hombre de papel" Grupo versátil.