Taller lectura y escritura creativa. CCJC.

jueves, 18 de enero de 2024

Taller de lectura y escritura creativa (0)

EL NAIPE

                                       






El cuadro de Rosa Prat, es como una hoja, tiene haz y envés. El haz, o cara frontal, es un rey de la baraja francesa por la composición simétrica, por la K y por los corazones. Es un rey simétrico, es un caballero con la mano en el pecho, que nos traslada al cuadro del Greco donde la mano derecha en el pecho simboliza respeto y honor. Se destaca también la peluca hecha a grandes rasgos y la silueta casi esquematizada con ausencia de volúmenes. El collage y los colores neutros con predominio de grises y blancos nos recuerda al cubismo. El rey del naipe está envuelto en una atmósfera irreal de los colores del arco iris, quizás inspirada en el orfismo. No hay una simetría total como en la carta de la baraja, en la parte inferior se rompe, se pierde la representación de una corona/suéter y la cabeza con sombrero quizás para dar fuerza al envés del cuadro.




La parte oculta presenta a un personaje romántico que se dirige al abismo. Un personaje anónimo de espaldas, sin rostro, que camina hacia el infinito en un mundo irreal en busca de su destino. Curiosamente lleva cargado a su espalda a ese rey frontal del naipe francés que nos permite deducir, que el personaje anónimo con el sombrero ancho que cubre su cabeza arrastra el peso de su reinado por la sobreimpresión en su espalda. El mundo creado por Rosa discurre entre colores alegres que dan vida a esa dualidad presentada; seguramente un mismo personaje que frontalmente se presenta con respeto y honor ante el papel que le da la vida. Un rey que el destino le otorga para cumplir con su función en el juego de la vida. Una baraja que es la vida en la que cada uno jugamos con las cartas marcadas y en el caso del personaje del cuadro su destino es el de ser rey, porque así lo ha designado la predestinación en la que vivimos. Y el hombre anónimo, sigue firme sus pasos, ha realizado un destino temporal, avanza seguro hacia su nueva meta, pero no puede dejar en el olvido lo que fue, que ha quedado cargado como una losa en su vida. No importa tanto el peso de esa losa, porque fue un trabajo temporal bien realizado, un buen reinado que estuvo delimitado por cuatro corazones que simbolizan la bondad, y el espíritu religioso, lo que verdaderamente importa es lo que le queda por andar. La obra en su conjunto nos ofrece una visión relajante de un personaje andante cargado con una simbología de naipe, que sigue su destino hacia el futuro. El espectador sigue el viaje con el caminante de rítmicos pasos, envuelto en una atmósfera idealizada de colores alegres.


Texto: José Miguel Arranz. (Taller de lectura y escritura creativa del Centro Cultural Julio Cortázar. 2024) . Collage Digital: Rosa Prat Yaque. 


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