Los demonios de Ray Charles, le ganaron la partida.
Drogadicto, mujeriego, genial, siempre polémico.
Hizo que la música de los 50 fuera un poco más divertida
y sobre todo más bailable. Convirtió
sus experiencias personales con la oscuridad en una luz intensa.
Un niño pobre y ciego del sur segregacionista que rompió
las barreras sociales y artísticas, cambió
la historia de la música estadunidense.
Siendo un adolescente negro y ciego
se sube solo a un bus en Florida y atraviesa Estados Unidos
para darse a conocer en el mundo del Jazz en Seattle.
Allí pronto subió como la espuma, pero también bajó
a los infiernos del mundo del alcohol y la heroína.
Este collage me hizo pensar en él, como metáfora ambivalente,
ahí sentado al piano sintiéndose libre
y a la vez atrapado por unos grandes cuernos de carnero
que le sujetan y a la vez le oprimen.
Murió a los 75 con el hígado destrozado,
aunque nos dejó su maravillosa música.
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Texto: María José Herrero
(Taller de lectura y escritura creativa
del Centro Cultural Julio Cortázar. 2024)
Collage Analógico: Rosa Prat Yaque.
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