LOS COLUMPIOS ABANDONADOS
Mirad cómo se mueve
Sí, el columpio se mueve levemente, aunque no lo parezca.
Os lo aseguro yo, la brisa de los parques, la que sopla
despacio para no molestar a los duendes dormidos.
A veces no soy yo la que está junto a ellos,
sino mi hermano grande, el viento,
que se empeña en venir a consolarlos
y los sopla con fuerza.
Sin embargo, los columpios abandonados
son muy suyos, aborrecen la compasión,
y si el viento los mueve, chirrían para quejarse.
No lo aceptan.
Sólo quieren al niño que jamás volverá.
TEXTO: Miguelito Muñoz. (Miguel Ojos) ©
Imagen : Rosa Prat
Así, con mi voz susurrante, os contaré un secreto que tan sólo conocen las flores y los árboles: dentro de los columpios abandonados habitan los espíritus de los niños que tuvieron que irse, para siempre, al país feo y gris de los adultos.
Todo empezó un día de verano de 2004 en un lugar cercano de donde estuvimos alojados.
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